En busca de las ciudades romanas perdidas de Ciudad Real
Víctor López-Menchero, investigador de la UCLM;
posa con un mapa de la provincia en tiempos romanos y al fondo un dibujo del Pulvino.
El titular no es la última película de Indiana Jones, tampoco un documental, sino una realidad. La provincia de Ciudad Real cuenta con cinco ciudades romanas desaparecidas. Sus restos no han aparecido, no se sabe dónde se hallan y aunque se conoce más o menos por dónde pueden estar, aún no hay pruebas de ninguna de ellas. Bueno, de todas no, porque esta semana conocíamos indicios de la existencia de uno de estos vestigios romanos Ad Turres, en Santa Cruz de Mudela, en la pedanía de Las Virtudes, con la aparición de un Pulvino en su ermita. Pero vayamos al principio de esta historia de olvido y descubrimiento.
“Las fuentes clásicas citan en la provincia de Ciudad Real las ciudades romanas de Sisapo, Carcuvium, Ad Turres, Oretum, Mariana, Mentesa, Laminium, Murum y Alces”. De todas estas, con certeza se sabe Sisapo, que está en La Bienvenida; Laminium, que sería la actual Alhambra; Oretum, en Granátula; y Mentesa que podría ser Villanueva de la Fuente. La historia de las demás está perdida entre la época visigoda, los romanos y los árabes que hizo que se perdieran los restos de las primeras ciudades de la provincia.
“¿Cuáles no se sabe? Carcuvium, siempre se dice que está en Caracuel, pero hay un conjunto de piezas romanas y nada más, y habrá que probarlo si está realmente ahí o no; Ad Turres, la última cuyos indicios han aparecido en estas semanas; Mariana, que se asocia a Puebla del Príncipe, que hay un yacimiento romano bastante grande pero nunca se ha excavado; Murum, que se dice está por Villarta; y Alces que se dice está por Alcázar”.
Quien habla es Víctor López-Menchero investigador de la UCLM y uno de los integrantes del equipo que ha descubierto los vestigios de lo que pueden ser Ad Turres en el marco de un convenio con Santa Cruz de Mudela y la universidad, para investigar su pasado y darle valor turístico a lo que allí se encuentre.
¿Cómo se descubre una ciudad romana?
Los pasos para descubrir una ciudad romana comienzan por buscar las fuentes clásicas, el Itinerario de Antonino, es una de ellas, en las que se indica las localidades romanas que había entre Emerita Augusta y Sisapo, por ejemplo, con sus distancias contadas en Milia Passuum, la milla romana, El problema estriba en que esta identificación, que podría servir para hacer mapas, como con el que posa López-Menchero, no sirven para Ciudad Real, porque las millas no cuadran con la realidad de la provincia. “O estamos contando mal o algo se ha perdido entre la fuente clásica y la actualidad”. Cada milla romana equivale a unos 1.500 metros actuales, pero este dato tampoco es cierto al completo, ya que depende del historiador y de otros elementos que el cálculo pueda hacerse.
A esta dificultad, hay que sumar que el proceso de consignar una ciudad, es más complicado que el que se puede esperar para otros vestigios ibéricos o prehistóricos. No se trata sólo de descubrir restos romanos, sino de relacionarlos con una ciudad y poner un nombre que ya se sabe a lo que se está excavando. Por ejemplo, Sisapo, se sabe que es la Bienvenida, porque allí apareció una inscripción que ponía ‘Sisaponensis’, o por ejemplo Alhambra es Laminium, porque las esculturas de este municipio hacen ver que se trata de una ciudad descrita en varias fuentes.
Así, se sabe también que e Las Virtudes debió haber otra ciudad, puede que Ad Turres, porque la pila bautismal de la ermita está formada por un Pulvino, una pieza ornamental que se ubicaba en los elementos funerarios de grandes funcionarios del estado romano o grandes militares. Personas que vivían en ciudades. El ‘Itinerario’, la ubicación y las fuentes hacen el resto para poner nombre a los restos que se encuentren en Santa Cruz de Mudela.
El proceso del olvido
Pero quizás lo más llamativo es el proceso del olvido, cómo algo permanece enterrado y nunca más se habla de ello. Una idea que en esta provincia está muy unida a la reconquista. López-Menchero lo explica en base a la diferencia en la distribución de los asentamientos, por el que ciudades administrativas de la Hispania romana se abandonan en el mundo rural visigodo. Una población que vuelve a unificarse en las nuevas urbes árabes. Ocho siglos de olvido durante la ocupación mozárabe, provoca que de los íberos, los romanos o los visígodos sean olvidados y de ellos sólo queden las ruinas.
“La reconquista es un proceso que trata de legitimar esa guerra, tienen que vincularse con ese pasado porque necesitan vincular ideológicamente” la toma del territorio a los árabes. Es decir la reconquista, como su nombre indica, tarta de devolver la tierra a los antiguos cristianos, y de ahí que muchos santuarios, iglesias y ciudades se asienten exactamente sobre los terrenos de los primeros cristianos, aquellos romanos y visigodos de la provincia olvidados. En este sentido, Las Virtudes, por ejemplo, según los primeros indicios, se asientan sobre los restos de una antigua iglesia visigoda, lo mismo ocurre a Alhambra asentada sobre Laminium o a la mayoría de santuarios de la provincia ubicado sobre restos visigodos. Unas ruinas que hasta el siglo XVI con el Renacimiento no vuelven a localizarse.
“La ermita de Las Virtudes se construye sobre unos restos antiquísimos” dicen las fuentes, y estos restos no pueden ser árabes, porque están recién conquistadas sus ciudades. A partir de aquí es “un golpe de suerte” dar con un resto visible de otra cultura bien sea visigodo o romano, como es el pulvino, hallado en la pila bautismal de la pedanía”.
El puzzle del pasado
“El pulvino lo vamos a excavar y restaurar”, para que pueda ser visitable. Este es uno de los trabajos en el que los investigadores tienen que realizar este verano, una época estival que va a ser muy prolífica en el mundo arqueológico. Junto a confirmar que Las Virtudes son Ad Turres, otro equipo de investigación indagará en Alarcos, en busca de una necrópolis ibérica, a parecida durante las obras de conexión hidraúlica de Poblete con Ciudad Real. Además otro irá a Montiel, en busca de la ciudad cristiana que debería existir en las laderas del castillo de este municipio. Tres investigaciones para añadir piezas perdidas de la historia de los íberos a la Edad Media de nuestra provincia.
“Hay miles de yacimientos en Castilla-La Mancha”, es un territorio enorme pero sólo hay una universidad, recuerda López Menchero en relación a los hallazgos actuales y los grandes descubrimientos por realizar en los próximos meses. Mientras en otras comunidades, como Madrid, los arqueólogos trabajan “codo con codo”, “aquí hay yacimiento de sobra para todos”, no sólo para los investigadores castellano-manchegos sino también para los de la UNED o universidades madrileñas que ayudan a excavar y a recordar nuestro pasado.
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